Estilos literarios

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¡Buenas y santas!

El estilo liGéneros literariosterario es la forma de expresión que distingue al escritor. Existen varios tipos, ¿cuál es el tuyo?

El estilo sobrio
El estilo sobrio rechaza todo tipo de recursos literarios que sirven sólo como ornamentación y se limita a exponer los conceptos de forma directa y clara. Este estilo es muy frecuente en las obras de carácter didáctico. Ejemplo:

«El hombre es el único ser que consume sin producir. No da leche, no pone huevos, es demasiado débil para tirar del arado y su velocidad ni siquiera le permite atrapar conejos. Sin embargo, es dueño y señor de todos los animales. Los hace trabajar, les da el mínimo necesario para mantenerlos y lo demás se lo guarda para él».

(Revolución en la granja, George Orwell)

El estilo sencillo
Similar al estilo sobrio, el sencillo busca la claridad ante que complicaciones. Admite los adornos y los elementos poéticos, pero rechaza las exageraciones y los recursos rebuscados. Ejemplo:

«Como el Principito tenía sueño, lo tomé en mis brazos y me puse nuevamente en camino. Me sentía emocionado llevando aquel frágil tesoro, y me parecía que nada más frágil había sobre la tierra».

El estilo nítido
El estilo nítido es el que se destaca por la corrección, la elegancia y la propiedad. Admite imágenes y figuras literarias siempre que no dificulten la comprensión del mensaje.

El estilo elegante
El estilo elegante se caracteriza por otorgar colorido a la obra. Abunda en adornos literarios, en figuras poéticas, en la armonía, etc., pero cuidando el equilibrio de los adornos poéticos. Fue muy usado por los autores clásicos.

El estilo florido
El estilo florido se caracteriza por el empleo recargado de las imágenes, metáforas y otros recursos poéticos para dar una impresión de vivacidad a la obra y hacerla atractiva, aunque la comprensión exija mayor esfuerzo por parte del receptor. Ejemplo:

«Silencio de cal y mirto.
Malvas en las hierbas finas.
La monja borda alhelíes
sobre una tela pajiza.
Vuelan en la araña gris,
siete pájaros del prisma.
La iglesia gruñe a lo lejos
como un oso panza arriba.
¡Qué bien borda! ¡Con qué gracia!
Sobre la tela pajiza,
ella quisiera bordar
flores de su fantasía.
¡Qué girasol! ¡Qué magnolia
de lentejuelas y cintas!
¡Qué azafranes y qué lunas,
en el mantel de la misa!
Cinco toronjas se endulzan
en la cercana cocina.
Las cinco llagas de Cristo
cortadas en Almería.
Por los ojos de la monja
galopan dos caballistas.
Un rumor último y sordo
le despega la camisa,
y al mirar nubes y montes
en las yertas lejanías,
se quiebra su corazón
de azúcar y yerbaluisa.
¡Oh!, qué llanura empinada
con veinte soles arriba.
¡Qué ríos puestos de pie
vislumbra su fantasía!
Pero sigue con sus flores,
mientras que de pie, en la brisa,
la luz juega el ajedrez
alto de la celosía».

(Federico García Lorca).

El estilo pomposo

El estilo pomposo o ampuloso abunda en adornos poéticos al igual que el estilo florido, pero añade una entonación elevada a la expresión del pensamiento y rotundidad al período.

El estilo magnífico
El estilo magnífico se distingue por la sublimidad del pensamiento. Para lograr este efecto, recurre a las figuras poéticas y otros recursos literarios que dan elegancia y colorido a la expresión.

El estilo sublime
La excelencia de los pensamientos, la belleza de las imágenes y el buen empleo de los recursos literarios hacen que el estilo sublime tenga un poder extraordinario que arrebata al lector u oyente.

El estilo jocoso y humorista
El estilo jocoso utiliza los recursos literarios para otorgar un carácter cómico a las producciones. Su finalidad es hacer reír. Ejemplo:

«Los cojones del cura
de Almendralejo,
le pesan veinte arrobas
sin el pellejo.

Los cojones del cura
de Argamasilla,
que al andar le sonaban
a calderilla.
o bien:
que los usa el monago
de campanilla.

Los cojones del cura
de San Segundo
que no los hay iguales
en todo el mundo.

Los cojones del cura
de Tarancón,
que abulta cada uno
como un melón.

Los cojones del cura
de Valdemoro
que los cuida su dueño
como un tesoro.

Los cojones del cura
de Villalpando,
los llevan cuatro bueyes
y van sudando.

Al cura de Villarejo
de Salvanés,
le llegan los cojones
hasta los pies.

El cura de Morata de Tajuña
se rasca los cojones con la uña,
pero en cambio el de Arganda
se pisa los cojones cuando anda.
¡Rediós, y que locuras
hacen con los cojones estos curas!»

(Extraído del Diccionario Secreto de Camilo José Cela).

El estilo cortado
El nerviosismo es la nota característica del estilo cortado. Está elaborado con oraciones muy breves y no admite adornos ni rodeos innecesarios. Expresa el pensamiento en forma rápida y pasa de unos pensamientos a otros con rapidez. Ejemplo:

«Aquí estoy, en una esquina cualquiera. No importa. Vivo. Vengo de una noche lejana, superada victoriosamente. No me siento cansado! Por el contrario, pleno, rezumando vida por los poros. Como si hubiera tomado una gran copa de vino oscuro reconfortante».

El estilo vivo
Vivo, como su nombre dice, es el estilo que comunica vivacidad, animación y alegría. Es divertido y busca recrear al lector pero sin ser jocoso.

El estilo enérgico
La fuerza y el vigor de la expresión se destacan en el estilo enérgico. Cada oración y cada pensamiento parece que fuese una frase esculpida en una lápida y para la cual no se admitiría ninguna objeción. Ejemplo:

«Su corazón se estremeció ante aquel alarido escalofriante que desgarraba los tímpanos».

El estilo vehemente
El estilo vehemente concede un predominio al impulso de la pasión e incluso de la violencia. Las palabras y las ideas reflejan ese impulso y se precipitan unas tras otras.

El estilo dramático
Al impulso y a la pasión del estilo vehemente, el dramático añade un concepto de oposición entre varias cosas para mantener una actitud de lucha que hace resaltar la idea central. Ejemplo: Romeo & Julieta de Shakespeare.

Fuente: Abc.com.py

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